Nar

Brillando como el fuego,
Iluminando mi camino, incluso aunque mis ojos carezcan de luz propia.
Me sumerjo en mis pensamientos, en mis antiguos recuerdos, y en mi mente, todo comienza a bailar.
Escucho suaves tambores, veo hermosas manos interpretando sonidos, cascabeles danzando con furia en las caderas de las mujeres.
Hechizos sin nombre, invocados por la música y el calor de la noche.
Y una sola mujer, con su piel morena, bañada en un rocío dorado, clava su mirada carmesí en mí.

Una bailarina de antaño, amada por entretener a los hombres con su andar.
Con su larga cabellera pelirroja que escuda con recelo su espalda.
Se desliza de un lado a otro, al rededor de la fogata, entre los derbakes y el silencio.
Siento las vibraciones en el aire, y el la tierra.
Y el fuego, que parece interpretar su arte, baila con ella, cortejándola.
Dulce odalisca, perdida en tu ritual, invocando el fuego que alguna vez han robado, quienes se creen señores de la tierra.
Bendita eres entre todas tus hermanas, por crear el calor, el amor, la pasión, y el vigor en nuestros cuerpos.

Bendita eres porque de tu vientre, los niños se hacen hombres.
Y los hombres se vuelven guerreros.
Y sus almas inmortales, reclaman su lugar a tu lado, bendita seas hija de Nanmaru, porque has nacido entre las 4 primeras.
Y pilar eres de este mundo.
Baila, y jamás dejes de bailar, cada vez que apareces entre los que te llaman, tu música se hace escuchar en la tierra y en los cielos.
Baila, hija del fuego.

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