The Hermit

Se dice que estos fueron los últimos días del Mago antes de renacer.
En sus largos y cansadores viajes, ayudándose sólo con una lámpara y un bastón, avanzando áridos caminos.
La gente lo veía minusválido, puesto que necesitaba alumbrar su camino y empujar su andar.
Pero el curioso ermitaño, no apagaba la luz de su farola ni una vez, ni siquiera durante el día, y la vela jamás se consumía.

Los niños divirtiéndose con el anciano andrajoso, le preguntaban:
-¿Por qué tiene siempre su farol prendido, señor?
El anciano sonreía dulcemente y contestaba:
-Porque siempre hay alguien que necesita que le iluminen el camino.

Claro, no es que el anciano estuviese ciego, la lámpara alumbraba el camino de los viajeros que se cruzaban con él.
Impartía su sabiduría a las jóvenes ánimas que deambulaban, a los Locos, que intentaban ser Magos, o Reyes, o Grandes Sacerdotes.
Aconsejaba a los enamorados, y daba buenos augurios a los recién casados. Pero siempre estaba solo.

Jamás nadie vio al anciano acompañado, jamás hablaba 2 veces con la misma persona.
Se dice que de vez en cuando, hablaba con los cuervos, pidiéndoles que crucen su camino con el del Barquero.
Se dice que tal era su deseo de morir y evolucionar, que incluso no dormía o comía, pasando días enteros meditando.

Una tarde, uno de los habituales niños se acercó a él y le llevó alimento.
El anciano le sonrió y acarició su pelo tiernamente. Sacó de su morral un libro grande y de hojas curtidas y amarillentas y se lo dio al niño a cambio de la comida.
Puso el plato de comida en el suelo y con un gesto de su mano, perros y aves se acercaron a comer del plato.

-Ya es momento de marcharme, pequeño. Te dejo a tí, mi legado, para que puedas entregárselo al mundo, con el poder de tu propia voz.
El niño abrió los ojos de par en par, abrazando el libro, sin perder de vista al anciano, que comenzó a pararse lentamente, colgándose de su bastón.
El ermitaño comenzó a caminar, alejándose del niño, y lentamente se perdió en el árido horizonte.

No se supo nunca más nada del ermitaño, pero muchos magos nuevos nacieron a partir de ese momento.

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