
Cuenta la historia que hubo una vez un Gran Mago, que vagaba por las calles y las rutas abandonadas.
Dicen que la mayoría de las veces, yacía tirado en un callejón, pidiendo limosnas.
Cuentan que era andrajoso, desalineado, con una barba larga y abandonada, ya gris por las eras.De manos tan curtidas por el tiempo, que ya no quedaba cuero que las proteja. Tenía una bolsa manchada y vieja como única compañía.
Dicen que dentro de su bolsa sólo llevaba unas pocas monedas, una vara de madera y una copa.
Dicen que de la copa podía hacer vino e incluso alimento.
Que podía transformar la vara en un carro para trasladarse, y que incluso podía crear oro de sus monedas, oro puro.
Dicen que el Mago había explorado y aprendido todas las magias y artilugios de este mundo, y que incluso había visto dentro de la mente y la voluntad de Dios.
Cuenta la leyenda, que incluso había burlado tantas veces a la muerte, que la misma Parca ya no venía a buscarlo. Cuentan que había conocido el secreto de la vida eterna.
Dicen que incluso, había encontrado el secreto de la juventud
El anciano apenas se movía durante días, y rara vez se ponía de pie.
Un día el anciano desapareció, y nadie jamás volvió a verlo.
Pasaron los años y un joven mago llegó a la Gran Ciudad.
Era un joven apuesto, vivaz y carismático, siempre usaba guantes blancos y vestía elegantemente, tenía un hermoso bastón de oro, y un gran carruaje tirado por 2 caballos, donde guardaba todos sus instrumentos.
Realizaba actos en la Plaza Central, haciendo meros trucos para los jóvenes niños y las mujeres. Regalando flores, conejos, palomas, e incluso comida.
Dicen que la mismísima aristocracia de la ciudad caía en gracia con el joven mago, y muchas mujeres le ofrecían inmensas cantidades de dinero para que acceda a desposarlas.
Una noche, una sombra siniestra cubrió la Gran Ciudad, la silueta se fue volviendo más pequeña conforme se acercaba al campamento del Mago.
Los caballos relincharon nerviosos, y rompieron las riendas, dándose a la fuga, al ver a la sombra acercarse y marchitando todo a su paso.
La madera del carromato entero se pudrió y volvió polvo. Y entonces el Mago se quitó su capa y extendió sus brazos.
-Al fin, te he estado esperando por tantos años, ¿Por qué has dejado de buscarme?.
-Podía oler tu miedo y tu arrogancia a millas, jamás dejé de echarte un ojo, ¿Qué te hizo cambiar de opinión?- Preguntó La Muerte.
-Estoy encallado, sin salida- dijo el Mago- Ya no tengo nada más que aprender aquí, necesito continuar, necesito saber incluso más. Debo avanzar- Respondió el Mago, extendiendo sus manos hacia la figura sombría.
La Parca tomó la mano del Mago, y el velo de la noche los envolvió, desapareciendo en un suspiro.
La noche callada, sin Luna, fue el único testigo, de la muerte del Mago en este plano.


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