
Y mientras mis dedos acarician las suaves teclas del piano, recorro en mi mente todos mis tiempos pasados, buscando respuestas. Respuestas que sólo el piano me sabe dar.
Disfruto de este momento, mientras mis huesos desnudos esconden los propósitos de mi alma. Propósitos que no puedo recordar.
¿Cuál es el sentido de volver a mirar atrás?
Es como combustible para el fuego. Mientras la mente se atora de pensamientos ingenuos, y esperanzas compartidas. Todo lo que pronuncian mis labios, es inútil.
No puedo entender tu rompecabezas mental, y trato de encontrar respuestas del otro lado de la vida, donde todo fué. Los restos de un vínculo que no puedo comprender, escapan a mis pies. Y sigo sin poder alcanzar respuesta alguna.
En mi claustro de sensaciones perennes, parece que el tiempo fuera infinito, y todo lo que intento decirte, actúa como combustible para el fuego que consume lo que es.
Así que nuevamente tomo mi lanza, y avanzo escuchando los tambores rompiendo el silencio de mi mente, liberándome de todo ruido absurdo. Sólo mirar hacia adelante y avanzar.
¿Cuándo podré entender que soy sólo mía? ¿Cuándo podré aceptar que no debo ser deseada por nadie más? Dime.
¿Recuerdas ese pacto, esa promesa? Que ambos intercambiamos antes de vestirnos de vida, de vida física.
Quizás si tan sólo pueda morir hoy, en esta forma, en esta vieja y obsoleta forma, pueda recordar.


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