
Como una alquimista.
Quebrando y rompiendo todos los aspectos de mi ser, llevándolos hasta el límite, sólo para encontrarme con un poco más de aquello que he olvidado.
Y mientras mis dedos juegan con la tierra, y mis ojos rozan la lluvia, recuerdo antiguas palabra en mi mente, como si el viento las trajera para mi, a través de las eras.
Es un camino solitario, y a medida que se adquiere más poder y más conocimiento sobre uno mismo, el oro parece más lejano.
Mis máscaras se van cayendo poco a poco, y entonces sólo queda este rostro curtido por el tiempo y la experiencia. De ojos profundos y sonrisa inquebrantable.
Mi mente es un libro abierto a las enseñanzas de la vida, y los grandes que habitan en las estrellas, me van empujando lentamente en el camino correcto, en donde todas las ambiciones se vuelven sueños, y la luz y la oscuridad parecen ponerse de acuerdo.
Y tu rostro me recuerda que con sólo un pensamiento, el mundo se vuelve maravilloso.
Es la alquimia, amor mío, es la magia que mueve al Universo, que nos rodea y se alza a nuestro andar.
Paso a paso volviéndose más fuerte, como un escudo que nos cubre de cualquier duda y de cualquier miedo. Porque ambos sabemos, que ahora nada puede salir mal.
Y con cada pensamiento, convertido en palabras, mutado en fuerza, el mundo se abre a nuestros pies.
Porque ambos sabemos, que nada, absolutamente nada, puede salir mal ahora.


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